La anafilaxia es la manifestación alérgica generalizada más grave que existe. Aparece normalmente en pocos minutos, soliendo manifestar síntomas cutáneos, junto con la afectación de otros órganos.
Fuente: tengoalergia.es
Puede llegar a ser grave, produciendo síntomas respiratorios como el ahogo, o cardiovasculares, con caída de tensión y pérdida de conocimiento. En casos muy extremos, puede llegar a ser mortal, especialmente si no se reconocen los síntomas y no se actúa rápidamente. Para que una reacción alérgica pueda ser considerada una anafilaxia ha de afectar a dos o más sistemas del organismo.
La anafilaxia se produce como consecuencia de la liberación explosiva de diferentes sustancias por parte de unas células, los mastocitos y los basófilos, que inducen los síntomas típicos de una reacción alérgica.
Se estima que afecta entre 3 y 30 individuos de cada 100.000 personas cada año, con una mortalidad entre 0,05 y 2% que llega a ser del 6.5% en el caso del shock anafiláctico, por lo que se trata de una enfermedad inusual, y sólo en unos pocos casos llegan a ser fatales. La prevalencia de anafilaxia en España está aumentando, sobre todo en niños.
Causas más frecuentes de la anafilaxia
En general, los alérgenos que pueden ocasionar una anafilaxia no son sustancias nocivas en sí mismas, sino productos inocuos para la mayoría de las personas que no son alérgicas, y que se pueden encontrar en el día a día. Las causas más habituales de la anafilaxia en adultos son los fármacos (como los antibióticos, antiinflamatorios o medios de contraste radiológicos), los alimentos, tanto en niños como adultos (frutas como el melocotón, los frutos secos o el marisco) y las picaduras de abejas y avispas.
Otras causas menos frecuentes son el látex o el anisakis, aunque en algunos casos, la anafilaxia puede deberse a otros agentes, como el ejercicio o el frío. Además, existen otras enfermedades poco habituales como las mastocitosis que pueden manifestarse con reacciones anafilácticas. En un porcentaje no despreciable de casos, no se halla una causa específica, incluso después de un estudio alergológico exhaustivo.
Síntomas y diagnóstico de la anafilaxia
Los síntomas aparecen generalmente de manera aguda (en minutos o pocas horas) tras la exposición al alérgeno, con una duración variable. Los síntomas cutáneos son los que aparecen con mayor frecuencia, con picor en manos o pies, calor, enrojecimiento, urticaria o hinchazón. El tracto respiratorio puede también verse afectado, presentando congestión y picor nasal, estornudos, presión en la garganta, alteración de la voz o dificultad para tragar. Si afecta a los bronquios puede llegar a producir una crisis asmática con ahogo, tos y silbidos en el pecho. A nivel digestivo, los síntomas que pueden aparecer son náuseas, vómitos, dolor abdominal o diarreas. La anafilaxia más grave se denomina choque (shock) anafiláctico y sucede cuando hay una afectación cardiovascular con una bajada de tensión.
No existe ninguna prueba para confirmar el diagnóstico en el momento en el que está ocurriendo, sino que se realiza por los síntomas que presenta el paciente después de haber estado en contacto con un alérgeno conocido o no, y la triptasa sérica puede ser un marcador útil para confirmar el diagnóstico. Cuando se sospecha una anafilaxia, se debe iniciar inmediatamente el tratamiento.
Cómo se trata la anafilaxia
Tanto las personas en riesgo de sufrir una anafilaxia como su entorno deberían ser instruidos para reconocer los síntomas de una anafilaxia de forma precoz y así poder iniciar el tratamiento cuanto antes. Los pacientes deberán llevar SIEMPRE consigo un equipo de emergencia, que incluya adrenalina autoinyectable, y tanto el paciente como sus familiares conocer su manejo. En ocasiones es aconsejable prescribir dos autoinyectores, como en caso de coexistencia de asma o si se trata de anafilaxia ocupacional.
Los pasos a seguir en caso de que suframos un episodio de anafilaxia son:
- Avisar a quien se halle cerca, si es posible.
- Plantear si debe administrarse la adrenalina autoinyectable y, si es así, hacerlo inmediatamente.
- Solicitar ayuda médica rápidamente.
- Retirada de la sustancia que ha causado la alergia. Esto no siempre es posible.
Los pacientes que han sufrido un episodio de anafilaxia deben estar tumbados con las piernas en alto para así aumentar el flujo sanguíneo al corazón, excepto si se presentan vómitos o dificultad respiratoria que han de permanecer sentados. Se deben evitar los cambios posturales, especialmente levantar al paciente o mantenerlo de pie. Los que estén inconscientes deben colocarse tumbados de lado. Las mujeres embarazadas deben colocarse del lado izquierdo para evitar compresión de la vena cava.
La adrenalina intramuscular es el tratamiento de elección en la anafilaxia en cualquier ámbito y se debe administrar rápidamente tras la aparición de los síntomas. La adrenalina es una sustancia que produce el cuerpo humano que actúa rápidamente y mejora la mayoría de los síntomas: aumenta la presión arterial, disminuye la hinchazón de la piel y las mucosas, abre los bronquios y bloquea la liberación de sustancias por parte de las células implicadas en la anafilaxia. La adrenalina suele provocar efectos secundarios leves; siendo alto el riesgo vital de una anafilaxia, se recomienda la administración de adrenalina en caso de duda.
Actualmente existen dispositivos de adrenalina autoinyectable que permiten que el paciente se la aplique. Estos dispositivos son una especie de bolígrafos de fácil utilización, los cuales administran una dosis de adrenalina adecuada por vía intramuscular en la parte lateral del muslo. Estos autoinyectores de adrenalina se prescriben a pacientes con riesgo de reacciones de anafilaxia, y tanto los pacientes como sus allegados deberían recibir la educación y entrenamiento en su utilización, de modo que sepan qué hacer en situaciones de emergencia.
La administración del autoinyector de adrenalina es una medida de primeros auxilios, debiendo acudir a un centro médico y permanecer en observación durante al menos 6-8 horas tras la resolución de la reacción. Los pacientes deberán ser derivados a unidades de alergología para estudiar al paciente y, cuando sea posible, determinar cuál ha sido el desencadenante y cómo evitarlo, además de educar al paciente y a sus familiares sobre lo que deben hacer en caso de que presente una nueva anafilaxia y asegurar que están perfectamente equipados y capacitados para manejar las posibles reacciones posteriores que puedan producirse.