Al contrario de lo que popularmente se piensa un alérgico puede pasarlo mal en cualquier época
Fuente: www.laprovincia.es
Una de las creencias populares más extendidas en cuanto a las alergias está relacionada con la alergia al polvo, se puede tener alergia al polvo, pero no. Es algo totalmente erróneo, las personas no pueden tener alergia al mismo porque éste no produce alergia en sí en las personas, y como mucho puede dar lugar a una reacción irritativa que no activa el sistema inmunológico.
Lo que realmente sucede es que en ese polvo existan partículas procedentes de los ácaros, que eso sí puede generar alergia en algunas personas. “Tradicionalmente se ha equiparado la alergia al polvo con los ácaros, dado que estos animales se localizan en el polvo de la casas”, señalan desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Según afirma esta sociedad científica, el polvo contiene otros agentes responsables de alergia, como restos de animales domésticos, esporas de hongos y pólenes. “Es por esto último por lo que muchas personas alérgicas al polen manifiestan síntomas al exponerse al polvo. Por tanto, hablando con propiedad, los términos no se corresponden y se debe desechar el concepto de ‘alergia al polvo'”, aclaran.
En concreto, la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) resalta que estos diminutos arácnidos, de apenas un milímetro, no provienen de la calle, sino que viven en el interior de las casas. “Se almacenan con más facilidad en rincones oscuros, con una humedad elevada y donde puedan encontrar alimento para subsistir. Los ácaros se alimentan de polvo y de restos de piel humana que se desprende y almacena en almohadas, sábanas, sofás, etc. Pueden vivir también en lugares donde se almacenan alimentos vegetales, especialmente harinas”, añade.
Además, en principio se cree que se trata de una alergia súper típica de la primavera o del otoño, al necesitar estos bichos los ambientes húmedos para poder sobrevivir; pero lo cierto es que el alérgico a los ácaros puede estar mal en cualquier estación del año si se dan las condiciones ambientales necesarias.
“Un invierno lluvioso será peor que un otoño seco. Una habitación mal ventilada, con animales, o con problemas de humedad, será un nido constante de ácaros. Además, aunque el número de ácaros muestre fluctuaciones durante el año, las partículas alergénicas producidas por ellos pueden permanecer tiempo en el ambiente, por lo que los síntomas suelen ser perennes”, subraya la doctora Pilar Cots del Complejo Hospitalario Juan Bravo.
Mientras, en una entrevista con Infosalus, la jefa de servicio de Alergología de Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, la doctora Ana Pérez Montero, indica que los ácaros precisan para sobrevivir unas condiciones de temperatura alrededor de los 20 grados con una humedad ambiental del 70%. “Por eso en primavera y otoño es donde más proliferan al tener unas condiciones ideales de temperatura y humedad. Además, los ácaros son más frecuentes en zonas de costa o islas”, sostiene.
Esta alergóloga precisa asimismo que en el polvo de la casa podemos encontrar escamas de la piel de las personas, de los animales, esporas de hongos y ácaros. “Los ácaros pertenecen a una subclase de arácnidos y son la principal fuente de alérgeno del polvo de la casa”, puntualiza la experta.
Sobre los síntomas a una alergia a los ácaros, la jefa de servicio de Alergología de Hospital Universitario Quirónsalud Madrid menciona que pueden ser rinitis, conjuntivitis, o asma bronquial. “Estos síntomas son más acusados cuando el paciente está más expuesto al polvo, como por ejemplo al entrar en un trastero, o cuando va a una casa que permanece mucho tiempo cerrada. En concreto, esta alergia se detecta por unas pruebas cutáneas a los ácaros ( prick-test) y/o por una analítica específica para ácaros.
En este punto, la doctora Pérez Montero enumera una serie de recomendaciones para los pacientes alérgicos a los ácaros: evitar barrer con escoba, mejor usar aspiradora; limpiar el polvo con un trapo húmedo; retirar moquetas o alfombras de la casa; evitar acumular en los dormitorios cojines, libros o peluches; y utilizar fundas anti ácaros para colchones y almohadas o ropa de cama sintética.
Desde la SEICAP aconsejan también procurar que el dormitorio de la persona alérgica sea luminoso (la luz del sol les perjudica), así como ventilar la habitación varias veces al día; y usar la calefacción o la bomba de calor para resecar el ambiente, ya que un ambiente reseco ayuda a eliminar a los ácaros.
“A pesar de todas estas medidas es imposible eliminar totalmente los ácaros pero se puede mejorar la clínica del paciente. El tratamiento consiste en la evitación del alérgeno, también en el tratamiento sintomático para la rinitis, la conjuntivitis o el asma (antihistamínicos orales, corticoides nasales, broncodilatadores o corticoides inhalados) e inmunoterapia específica para ácaros (vacunas). La inmunoterapia específica es el único tratamiento que puede modificar el curso de la enfermedad y poder curar o mejorar la calidad de vida del paciente”, sentencia la jefa la jefa de servicio de Alergología de Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
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